Existe una costumbre extendida en nuestro país de abrigar en exceso a los bebés. Sin embargo, esta no es siempre la mejor idea. Abrigarles de más tiene sus riesgos y según los especialistas, tan perjudicial como ponerles menos ropa de la que necesitan. Te contamos por qué no se debe abrigar demasiado al bebé, cómo controlar la temperatura de los pequeños según el ambiente donde se encuentren y algunos consejos sobre cómo deben dormir: con la ropa necesaria para que descansen plácidamente.
Cuando abrigamos demasiado…
La llegada del frío es siempre una época de preocupación para los padres. Es el momento en el que empiezan los catarros y las malas noches, debido a que los niños tienen mayor mucosidad y les cuesta más respirar. Estas son las principales razones por las que la mayoría de los padres tienden a abrigar mucho a los niños, intentando evitar los resfriados. Sin embargo, lo importante no es que el niño esté “cuanto más abrigado, mejor” sino que la cantidad de ropa que tenga sea la necesaria ya que el exceso de abrigo puede ser tan perjudicial para la salud del niño como la falta de él.
¿Por qué es importante no abrigar demasiado al bebé? El riesgo más común es provocarle fiebre. Esto es debido a que los recién nacidos no son capaces de regular su temperatura, por lo que, si el niño comienza con fiebre, lo primero que hay que comprobar es si tiene un exceso de abrigo. Quitarle prendas y tomarle de nuevo la temperatura pasados unos minutos. Además, otros riesgos asociados al exceso de abrigo es la sudamina, una erupción en la piel causada por el calor, que se produce en verano, pero también en el invierno cuando se abriga demasiado.
Además, en cuanto a los bebés prematuros, conviene que tengan una temperatura adecuada ya que el exceso o defecto de temperatura hará que consuman energía para tratar de equilibrarla y esto hará más complicado la ganancia de peso.
Uno de los mayores riesgos de abrigar de más a un bebé es que este factor es uno de los asociados con el síndrome de muerte súbita del lactante. Por lo que nuestra recomendación siempre es controlar la temperatura del bebé y del ambiente donde se encuentre y adaptar la ropa a estas circunstancias.
La clave: controlar la temperatura
Pero, ¿cómo sabemos si la temperatura del niño es la correcta? Para saberlo conviene tocarle el cuello, la nuca, los brazos y las piernas. Ya que estas partes del cuerpo son más fiables que pies y manos, que pueden estar fríos por inmadurez del sistema circulatorio. Para hacerte una idea, podemos decir que el niño no necesita más ropa que un adulto, pero si es un bebé que apenas se mueve podemos ponerle una prenda más, ya que la falta de movimiento hace que su temperatura tienda a ser un poco más baja.
En cuanto al ambiente, la temperatura ideal debe ser entre 20-23ºC, evitando las corrientes de aire y que el bebé permanezca mucho tiempo cerca de estufas u otras fuentes de calor. Luego, en el exterior, lo mejor es abrigar por medio de capas, en lugar de usar solo una muy gruesa. Así podemos regular la cantidad de abrigo de forma progresiva.
A la hora de dormir
Lo más importante cuando el bebé se eche a dormir es que el abrigo no debe impedir que el niño se mueva con libertad de tal forma que el niño no pueda adoptar su posición natural. Por esta razón, se debe poner especial hincapié en las prendas elegidas, así como en la ropa de cama.
Lo ideal es que la sábana esté ajustada, pero sin oprimir al bebé mientras que la manta debe quedar libre de sujeciones, de esta forma se evita el riesgo de que el bebé se enrede. Además, el bebé no debe dormir expuesto a corrientes de aire o fuentes de calor y evitar las almohadas hasta los dos años de edad.
Abrigar al bebé en épocas de frío es fundamental, pero si no lo hacemos correctamente y nos excedemos, corremos el riesgo de que su cuerpo llegue incluso a tener febrícula (por encima de los 37º).
Los padres podemos ser muy exagerados, tanto es así que no es extraño ver un bebé vestido como un esquimal: con buzo, manoplas, bufanda, saco para la silla… Yo he llegado a ver bebés con todo ese despliegue y además dentro del plástico contra la lluvia en días en los que no caía ni una gota de agua. Si esos bebés fueran capaces de protestar, lo harían con seguridad.
Las mantas de lana polar es material a base de plástico que no transpira. ¿Qué puede ocurrir entonces? Los bebés pueden sudar en exceso, sobrecalentarse demasiado o incluso quedarse fríos ya que el sudor no se evaporaría y permanecerían mojados.
Es más, los materiales polares, además de incrementar la temperatura del cuerpo, pueden provocar enfermedades respiratorias ya que retienen la humedad del aire y prolongan el contacto del niño con esa humedad.
El termostato de los niños es igual que el nuestro, sienten el mismo frío o calor que sentimos los adultos. Es más no sólo no son más sensibles al frío sino que además suelen estar más activos y moverse más por lo tanto, favorece que entren en calor. Lo mejor es aplicar el sentido común. En el caso de los bebés menores de un mes, que regulan peor la temperatura sí se hace necesario aplicar la regla de ‘una capa más que a los adultos’.
Si el bebé vaya en cochecito y dispones de un saco para el mismo, es importante valorar la ropa que lleva. Sólo hemos de imaginar lo que sentiríamos nosotros si tal y como salimos a la calle nos meten en un coche con mantas. Depende del frío que haga será necesario eliminar capas de ropa o no.
En caso de que llevemos a upa al bebé, es importante recordar que nosotros daremos calor al bebé en las partes que están en contacto con nuestro cuerpo, por lo tanto, no hemos de abrigarlas en exceso y sí preocuparnos más de las que lleva al aire.
4 Tips para abrigar a un recién nacido
Una prenda más: Hasta los tres meses, a los recién nacidos les cuesta regular su temperatura corporal y pierden calor fácilmente. Tienen poca grasa y además se mueven poco. Los cambios bruscos de temperatura no son buenos para tu recién nacido. Así que lo mejor es que pienses qué actividad vas realizar y cuánto tiempo durará, si vas a estar en lugares cerrados con calefacción o al aire libre. Lo mejor es que lleve varias capas delgadas que pocas capas muy gruesas, así si entras en un lugar en el que la temperatura es más alta podrás sacarle alguna prenda para evitar que se sofoque y sude y su ropa quede mojada pudiendo resfriarse. Por eso como norma general, el mejor consejo es que tu bebé recién nacido siempre debe llevar una prenda más de ropa de la que tú llevarías.
Tipo de tejido: La ropa del recién nacido ha de ser holgada y de algodón ya que la dejan transpirar, absorben el sudor y no provocan alergias. No olvides que la ropa de lana no debería estar en contacto directo con su piel, ya que pueden ser muy irritantes, e incluso inhalar parte de la lana por su pequeña nariz. Además, es muy importante que quites todas las etiquetas, para evitar que le rocen o le molesten.
La temperatura de la casa: También es esencial que en casa tu hijo se sienta a gusto y protegido. Recordá que la temperatura ideal en el hogar está entre 20 y 22 ºC y que es necesario ventilar bien todas las mañanas para renovar el aire. Además el calor de las calefacciones reseca las fosas nasales de tu bebé, lo que puede dificultar su función protectora ante los microorganismos. Por eso, es conveniente que humedezcas un poco el ambiente, para ellos lo mejor es colocar encima de algunos radiadores recipientes de cerámica con agua.
Reconocer si tiene frío o calor: Si tenemos dudas de si está abrigado o no, tocándole el cuello o la espaldita, por debajo de la ropa es posible percibir su temperatura y comprobar si la ropa está mojada porque ha sudado, en cuyo caso debemos cambiarle de manera inmediata. Las manos y los pies no suelen ser un buen parámetro para determinar si tiene frío o no, porque, sobre todo en los bebés más chiquitos, suelen estar fríos siempre, debido a que aún no regulan bien la temperatura corporal. Por eso el mejor termómetro que tenemos en nuestro recién nacido es tocarle la nariz.
Como vemos, en el recién nacido tanto el frío como el calor excesivos son malos, y como todo en la vida, hay que saber encontrar el justo equilibrio.
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