En el Nuevo Testamento, encontramos el relato de una mujer que derramó un perfume muy valioso sobre Jesús. Este acto de amor y devoción ha dejado una huella imborrable en la historia y es un ejemplo de entrega total hacia el Señor. Aunque su identidad exacta ha sido objeto de debate, la mujer que derramó el perfume es comúnmente conocida como María de Betania.
¿Quién era María de Betania?
María de Betania era una mujer que vivía en el pueblo de Betania, ubicado en las afueras de Jerusalén. Era hermana de Marta y Lázaro, quienes también son mencionados en la Biblia. Jesús se hospedó en la casa de esta familia en al menos tres ocasiones, lo que demuestra la cercanía y amistad que tenían.
Algunos autores han identificado a María de Betania con María Magdalena y con la pecadora anónima mencionada en el evangelio de Lucas. Sin embargo, esta identificación ha sido objeto de debate y no hay un consenso definitivo al respecto.
Los episodios en los que se menciona a María de Betania
La Biblia menciona a María de Betania en tres episodios diferentes, siempre junto a su hermana Marta. En cada uno de ellos, María demuestra su gran amor y devoción hacia Jesús.
Marta y María
En el Evangelio de Lucas, se relata que Jesús se hospedó en la casa de Marta en Galilea. Mientras Marta se ocupaba de los quehaceres domésticos, María se sentó a los pies de Jesús para escuchar su palabra. Marta, sintiéndose abandonada, le pidió a Jesús que le ayudara. Sin embargo, Jesús le dijo que María había escogido la mejor parte, es decir, dedicarse a la escucha de su enseñanza.
Este episodio muestra la actitud de María de Betania de priorizar la presencia y enseñanzas de Jesús por encima de las labores cotidianas. Es un ejemplo de su profunda devoción hacia el Señor.
La resurrección de Lázaro
Otro episodio en el que se menciona a María de Betania es la resurrección de Lázaro. María y Marta le enviaron un mensaje a Jesús informándole de la enfermedad de su hermano. Sin embargo, Jesús no llegó a tiempo y Lázaro murió. Al encontrarse con Jesús, María le expresó su dolor y le dijo que si hubiera estado presente, su hermano no habría muerto.
La reacción de Jesús ante el llanto de María demuestra el amor que sentía por esta familia. Jesús lloró ante la tumba de Lázaro y lo resucitó, mostrando su poder sobre la muerte.
La cena de Betania
Después de la resurrección de Lázaro, Jesús fue invitado a una cena en la casa de Simón el leproso, en Betania. Durante la cena, María de Betania tomó un frasco de perfume muy valioso y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Este gesto de amor y adoración fue criticado por algunos, que consideraron que el perfume podría haberse vendido para ayudar a los pobres.
Sin embargo, Jesús defendió a María y reconoció su acto como una buena obra. Además, anunció que en todo el entorno se hablaría de lo que ella había hecho, como un testimonio de su fe y devoción.
La importancia de la mujer que derramó el perfume
La historia de la mujer que derramó el perfume tiene varias lecciones importantes para nosotros como creyentes. En primer lugar, nos muestra la importancia de poner a Jesús en el centro de nuestras vidas y priorizar nuestra relación con él por encima de las preocupaciones terrenales.
Además, el gesto de María de Betania nos enseña sobre la generosidad y el sacrificio en nuestra adoración a Dios. Ella estaba dispuesta a ofrecer lo más valioso que tenía como una expresión de su amor y gratitud hacia Jesús.
Finalmente, esta historia nos recuerda la importancia de reconocer y valorar a aquellos que nos sirven y honran a Dios de manera especial. Jesús elogió a María y aseguró que su acto sería recordado en todo el entorno. Debemos aprender a apreciar y animar a aquellos que nos inspiran con su amor y devoción hacia Dios.
La mujer que derramó el perfume sobre Jesús, comúnmente conocida como María de Betania, es un ejemplo de amor y devoción hacia el Señor. Aunque su identidad exacta ha sido objeto de debate, su gesto de ofrecer un perfume valioso simboliza la entrega total de sí misma a Jesús. Su historia nos invita a reflexionar sobre la importancia de poner a Jesús en el centro de nuestras vidas, ser generosos en nuestra adoración y reconocer y valorar a aquellos que nos inspiran en nuestra fe.
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